sábado, 27 de junio de 2015

Cuentos al café en el Día del café - 27 de junio


   En el Día del Café les comparto tres cuentos de mi autoría que forman parte de mi libro 

"Pasión a la Madrileña. Cuentos Gastronómicos A la carta". Mar y Arte Ediciones, 25 de julio 

de 2014, amazon.es, kindle.


Café Geisha

     Discó los siete dígitos del número de la empresa para avisar que llegaría más tarde. Inmediatamente, sin escuchar el sonido característico de un teléfono llamando, una suave y dulce voz femenina le contestó: ¡buenos días!, ¿Quién es?.
      El se sorprendió. ¿Acaso no sabía la telefonista que debía dar el nombre de la empresa en primer lugar?.
     Con voz firme, le dijo ásperamente: qué sucede; desde cuando atiende el teléfono de este modo. Soy el presidente del directorio.
     Con una sonrisa a flor de labios, la voz del otro lado del teléfono contestó: Juan, ¡buen día!. Por fin de buen humor haciendo un chiste.
    El  contestó rudamente con la voz cada vez más crispada. Un largo silencio y María respondió: lo siento, tal vez la llamada se ligó. Mi teléfono no alcanzó a sonar, respondí porque escuché una voz antes de discar.

     Esa tarde, a las 20.30 hr, bajo el azul intenso del agua del Canal,  Juan y María tomaban un exquisito café geisha en la Calzada de Amador.


 Café al periodista

   Se deben sentar al menos dos periodistas, en una mesa redonda, pequeña, de un café conocido en la calle peatonal de una ciudad principal.

   Luego le agregan chistes varios del fin de semana, divertido o aburrido y lo baten muy bien, mezclando informaciones políticas y sociales de la localidad.

   Cuando ya parece que todos los ingredientes están preparados, le vuelca al paso, unas gotas de humor ácido, al mejor estilo inglés, como le enseñó su profesor en la universidad.

   Y así, con la taza servida en la mesa, degusta entre aromas de granos molidos y recuerdos de otras tierras, ese sabor a café cortado con tintes de leche. Con sus compañeros y amigos, todas las semanas, en el mismo lugar de siempre.


 Café a las Letras

   Llegué a la confitería habitual, me senté y todo fue especial. La mente relajada y las ganas de escribir.

   Como siempre, había que elegir: el perfume intenso y el sabor suave del colombiano; el ligero aroma del brasileño; o el torrado intenso del italiano.

   Pensé en el que tenía frente a mis ojos. Ese que hacía sentir la mezcla de chocolate y néctar. Ese que tenía el color de tus ojos cuando me miran con deseos.  Era mi café a las letras, el que saboreaba día a día, en mañanas soleadas, cuando me escapaba para escribir. Para viajar con el pensamiento a lugares remotos, a azules mediterráneos, hasta llegar a tu piel y mis dedos. 

   Café a las letras... Y siguió mi lápiz deslizándose por la servilleta de papel, dibujando un te quiero.

Marisa Avogadro Thomé. Pasión a la Madrileña. Cuentos Gastronómicos A la carta