La figura geométrica que lo definía era justamente el triángulo:
tres lados, tres ángulos, tres caras, tres vértices.
El número tres para los esotéricos. La hora del reloj, la hora de la
misericordia ó tal vez, la hora de la impiedad.
Y cuando miró el reloj pulsera blanco impecable sobre su piel
canela perfumada con fresias y frutas frescas, daban las tres de la
tarde en punto. Giro suavemente su cabeza sobre el hombro, en
dirección al sol naciente y venía él. De pantalón de lino beige y
remera blanca. Alto, erguido; a la cita como siempre. Dejando tras
de sí una estela de perfume a pino recién mojado en el bosque y
madreselvas. Dejando una estela de sabor amargo a encuentro entre
sombras y nieblas… Siempre serían tres.
El triángulo: figura perfecta de la geometría de las vidas paralelas
eternas.
Marisa Avogadro Thomé. De su libro: "BREVES. Cuentos". Mar y Arte Ediciones, Argentina, Mendoza, 2017.