viernes, 3 de febrero de 2017

El lenguaje de la ciencia

Número 30

La información hoy es considerada imprescindible tanto para el desarrollo de la ciencia como de las sociedades y los individuos.

La difusión de los acontecimientos generados por científicos e investigadores, no siempre es realizada con claridad ya sea porque las palabras no son comprensibles, porque para muchos resultan materiales carentes de interés y hasta "aburridos" o porque las políticas editoriales de los medios no consideran rentables los temas referidos a la ciencia.

Ahora bien, podríamos dar innumerables definiciones del vocablo ciencia, más digamos de ella sólo unas palabras, para situarnos. Por su origen latino, nos remitimos a conocimiento, práctica, doctrina. Por su definición del diccionario, es el conjunto de conocimientos sobre la realidad observable, obtenidos mediante el método científico. Encontramos de esta manera que es condición utilizar un método. Podemos también aludir a los planteos posmodernos y con la introducción de la idea de lo cierto y lo incierto, los epistemólogos refieren que la ciencia está constituída por teorías en perpetua revisión y construcción.

En este entorno, es donde el periodismo científico deberá realizar su labor formativa y educativa. Se propone este subgénero periodístico como objetivos la formulación y el replanteamiento de los problemas de la comunicación de los acontecimientos de la ciencia al público y el estudio y la puesta en práctica de las posibles vías de solución.

La difusión de dicho material científico se debe adecuar al público al que va a llegar, utilizando un código entendible por esa mayoría neófita en el tema. Evidentemente, así como los periodistas, médicos, abogados, empleados, estudiantes, tienen palabras que le son propias, los científicos no escapan a esta realidad.

No menos cierto es que, como cada medio de comunicación tiene particularidades para difundir los mensajes y que el público no es homogéneo; sino más bien que está constituido por una serie de grupos diferentes que a su vez tienen valores, gustos, intereses, experiencia que no serán las mismas; la tarea se complica un poco.

Por lo tanto , habrá que prestar atención tanto al plano de las palabras como a la organización de las mismas, es decir, al código y el modo de trasmitirlo, adecuándolo también al marco de referencia con el que se está trabajando.

Otro detalle a tener en cuenta es que, si por ejemplo hablamos de un descubrimiento que daremos a conocer en media cuartilla de un periódico, a veces esto no es el espacio suficiente, y por lo tanto, la simplificación del tema debe realizarse con los cuidados necesarios para no desvirtuarlo en función de la escasez de centímetros.

No quedan fuera de la agenda setting los temas de ciencia, adonde al igual que con otros temas relevantes, muchas veces se aprecia un "divorcio" entre las políticas editoriales, las públicas y las necesidades de los individuos.

La situación social actual nos deja observar que es imprescindible entender el conocimiento y popularizarlo, ya que cada día es mayor la brecha entre las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, el avance constante de los descubrimientos en áreas como la ingeniería genética, biología molecular ( por nombrar sólo algunas) y lo que la gente realmente entiende de lo que pasa a su alrededor. Mientras menos se sabe y comprende, más temor se tiene. Y la ciencia, lejos de estar escindida y ubicada en un anaquel inalcanzable de nuestra biblioteca, está cada día más, mediando nuestros actos cotidianos.

Sin olvidarnos, que existen grandes diferencias entre los países con un alto desarrollo científico-tecnológico y los que están en vías de serlos; que hay profundas diferencias entre los miembros de las sociedades; la imperiosa necesidad de convertir a los temas de ciencia en temas de real interés y convocatoria; la necesidad de buscar los más óptimos sistemas de trasmisión y almacenamiento de información y una larga lista a completar.
Comunicadores y lenguaje
Por todo lo que hemos detallado en los párrafos anteriores, contamos específicamente para esta tarea con el periodismo científico (ya abordado en la columna anterior) y con los profesionales de la comunicación preparados en estas áreas del conocimiento, que actuarán como mediadores entre la producción de la ciencia y el público mayoritario; sin embargo, será responsabilidad compartida el resultado final de este trabajo: tanto de los que generan los procesos científico - tecnológicos, como de los medios informativos y de las instituciones educativas. 

Más allá de que algunas ciencias, como la química, nos pueden dar fórmulas y sabemos que para obtener agua necesitamos dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno, sería pretencioso dar "la receta" para difundir adecuadamente temas de ciencia y tecnología. No obstante ello, daremos una serie de recomendaciones a tener en cuenta: utilizar un lenguaje sencillo, claro, breve, ordenado, sin abusar de las adjetivaciones y sin ludir recursos idiomáticos y del ingenio que harán nuestro material más atractivo. Evitar términos ambiguos o que generen ambigüedad en el relato. Cuando se emplean tecnicismo, definirlos, al igual que escribir las siglas con el nombre completo a que corresponden y si es el caso, ubicar geográficamente al público; basta con colocar el nombre del país de origen entre paréntesis. Valerse de los recursos como el humor, el entretenimiento, la imaginación, recordemos que puede ser el humor un buen recurso para captar la atención y que ello no implica que el estudio no sea serio. Sin dejar de mencionar que cada autor le imprime su sello personal al trabajo.

Finalmente, el periodismo científico aludido, parte de una base de conocimiento y conciencia tanto sobre un tema como de los individuos, que debe constatar la seguridad y confiabilidad de sus fuentes ( merece un estudio a parte la confiabilidad , por ejemplo, del material que circula por la red); su capacidad de comparación, de informar y explicar conforme a un marco socio-económico-histórico y político, contextualizando la información y también, la necesidad desde los centros de estudio de periodismo y comunicación, de profesionalizar esta tarea de los periodistas científicos.

Mtra. Marisa Avogadro Thomé. Columna "Comunicarte", N30. Revista "Razón y Palabra", enero de 2003, México. Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/comunicarte/2003/enero.html

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