Besito volador
Juntó sus tres dedos como si fueran un corazón. Los acercó a su boca y con un chuic mandó un besito volador.
El besito volador no era como cualquier beso. Era uno especial. Viajaba a través del aire, con la brisa y con el viento. Se mecía en las hojas de las vides y jugaba a la mancha escondiéndose entre los racimos de uva.
Donde llegaba, todo lo inundaba de ternura. Las mejillas de los niños. Los rostros de los ancianos; los adolescentes, los adultos. Todas las personas querían recibir un besito volador. Y la única condición para ello, era desearlo de corazón.
Así que si estás leyendo estas letras, seguramente en cualquier momento te llega este envío de amor: - ¡Chuic! Ya tenés tu besito volador.
Marisa Avogadro Thomé. De su nuevo libro: Ojitos de ilusión. Cuentos para Navidad. Mar y Arte Ediciones, ebook, 11 de diciembre de 2014. Catorce cuentos
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