Te veo en los ojos
del niño que no ve.
Te siento en el susurro de
la madre
que abraza a su hijo.
Te presiento en la dureza
de los poderosos.
Te anhelo en la esperanza de
un mundo
que a veces pierde el
sentido.
Te quiero en los corazones
de los
que deben decidir nuestro
destino.
Te llamo Paz y te pido
que reines entre nosotros,
tus hijos.
Marisa Avogadro Thomé. Periodista- Escritora
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