jueves, 12 de julio de 2018

Azahares y especias - cuento

Su perfume me embriagaba cada vez que lo respiraba en el aire, al llegar al puerto en Sevilla. Las flores de los azahares sevillanos, las naranjas recién cortadas  que se mezclaban con el sabor intenso de las especias de las Indias.  Como antaño, cuando hace más de quinientos años llegaban las embarcaciones al puerto, con sus productos característicos.
A paso lento, disfrutando del momento, fui recorriendo cada una de las calles. La Avenida de la Raza me traía recuerdos de los tiempos de los fenicios, de las personas procedentes de las Américas y de Asia. Hoy estaba poblada de casas de comidas, sobre todo de frutos de mar.
Épocas donde el instinto nos hacía combinar una lima persa con mandarinas y violetas. El aire fresco y suave seguía rozando mi rostro. A la distancia podía ver el río Guadalquivir y traer a mi mente el movimiento de barcos que comerciaban aceites de oliva, vinos, especias…

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